COSAS QUE PASAN

21/1/14

Un poco de cinismo

Me resulta curioso que, encontrándonos en una situación social, económica y política que muestra unos problemas descomunales, se sigue hablando, como si tal cosa, de que "estamos saliendo de la crisis", que "estamos creciendo al 0,3%", que "técnicamente la crisis se ha terminado", etc. Conste que no dudo que "técnicamente" estos comentarios lleven razón, y siempre es motivo para alegrarse por ello. Pero, más allá de los números, realmente ¿alguien duda de que no se trata de un tema de ciclo económico, incluidos los técnicos, sino de un final de modelo socio-económico y seguramente político?

Lo pregunto, porque ante los comentarios de la mayoría de nuestros políticos, parte de los creadores de opinión mediáticos y una buena parte de la ciudadanía, parece que es cuestión de tiempo, de esperar que el péndulo cambie de sentido sin más.

Claro que, si oímos en privado a parte de los actores antes citados, su discurso es bien diferente, pero ya sé que no es políticamente correcto hacer público lo que en privado se atreve a manifestar, ya que desmoralizaría a la ciudadanía, cosa poco caritativa, además de dinamitar, en el caso de los políticos, el voto de los potenciales votantes.

Siempre he defendido, y ahora más aún, que es mucho mejor ser conscientes de "lo que pasa", es decir, tener un diagnóstico lo más veraz posible, ya que es la única manera de poder actuar de modo eficiente y eficaz. Pero, claro, aquí me viene la duda: si el aumento de consciencia por parte de todos desvela que no todos estamos en el mismo barco, ni que tenemos el mismo concepto sobre lo que significa salir de la crisis, igual ahí viene ya el lío.



20/1/14

Todo conocer es interpretativo

Todo conocer en el hombre se sustenta en una interpretación. El acceso a lo real nunca es directo, está mediado por el modo de sentir y pensar la realidad. 

El mix de la herencia genética y el bagaje cultural son los ejes que constituyen la forma de percibir, sentir, pensar y relacionarlos con el mundo como punto de partida. A ello hay que añadir nuestro actuar libre, para ir modelando lo anterior.

Me comentaba hace un tiempo un amigo neurofisiólogo el por qué los animales no tienen insomnio y nosotros los humanos sí. Ellos despiertan a la naturaleza, me decía, y nosotros despertamos a la cultura.

Traigo esto a colación por motivos eminentemente prácticos y concretos, lejos de pretender entrar en planteamientos teóricos o divagar sobre aspectos excesivamente abstractos.

Me explicaré. Tendemos a creer que "lo que nosotros vemos" es igual a lo que ven los demás. Asímismo, también es frecuente que consideremos que "lo que nosotros vemos y cómo lo vemos" es la manera "correcta" de hacerlo.

Por ahí empiezan gran parte de los problemas para entendernos los humanos.

Aceptar que mi interpretación es mía, pero no tiene por qué ser necesariamente la de los otros es algo deseable, pero nada frecuente.

También quiero incidir en algo básico y fundamental: el hecho de que tenga ese aspecto subjetivo, que sea mi interpretación, no le resta valor; al contrario, es mi forma y modo de percibir y entender. Ahí está su valor, y también esas son las lindes de su valor: yo puedo defender cómo yo veo las cosas. Lo que eso no me legitima para creer que necesariamente es como los demás deben verla, y menos aún, que es la única manera de verlas porque creo que la realidad que veo tiene una única lectura, la mía.

Si este pequeño problema se pudiese subsanar estoy convencido que se habría dado un paso de gigante para mejorar nuestra comunicación y convivencia.

15/1/14

¿Dónde está la sociología?

El discurso económico ha canibalizado la mirada sociológica sobre nuestro mundo actual. El prisma del enfoque económico se ha convertido en el modelo interpretativo hegemónico de la realidad social.

Pareciera que los datos macroeconómicos son la única fuente para explicar y prospectar lo social, desactivando cualquier otro enfoque o modelo.

Es más, apenas se tiene en cuenta que lo económico es parte de lo social, y que todo dato de aquel es consecuencia del campo de fuerzas sociales que se están produciendo en un momento dado dentro de la dinámica de la estructura social.

El discurrir de miradas y planos se polarizan en torno a dos aspectos básicamente: las cifras que arrojan los modelos económicos y la mirada individual, que aportan la psicología y todas las disciplinas derivadas de ella que centran su objeto en los procesos internos del sujeto y su relación con el medio.

¿Esta desaparición de la mirada sociológica es casual? ¿Es consecuencia de la falta de capacidad de interpretación y diagnosis de esta disciplina? ¿Es algo premeditado? (si fuese así, ¿por quién y para qué?).

Mientras se puede ir dando respuesta a estas preguntas, plantearé otros interrogantes sobre el momento presente: ¿existen las clases sociales? Si existen, ¿cuales son actualmente y cómo las definimos y en función de qué criterios? ¿Hay instrumentos teóricos y metodológicos contrastados para conocer todo ello?

Tan sólo un apunte final. Todos los que se han ocupado con rigor sobre el desvelamiento de los elementos que constituye la estructura social y la dinámica que genera, han entendido que, hasta la fecha, todo cambio (en lo social) se produce como consecuencia de la pugna de fuerzas (latentes y patentes) que operan y son constitutivas de dicha estructura social; de manera, que los grupos sociales (¿clases?) que dominan la contienda es como consecuencia de la apropiación (legítima o no) de la mayor parte del excedente material, económico, tecnológico y simbólico que una sociedad produce, dando como resultado el ejercicio y reproducción del poder desde posiciones de dominio. Me pregunto en qué momentos nos encontramos ahora respecto a ello.
Tal vez no resulte oportuno plantearse ahora todo esto.

9/1/14

Pensar, sentir, vivir

Pensar, para mí, es poner en relación ideas, conceptos, es buscar el entramado que conforma las cosas, es ver la estructura latente que hace que las cosas son como son y funcionan de un determinado modo, es dotar de significado y de sentido a lo pensado y percibido; en fin, es entender algo desde un modelo y una estructura determinados y, sobre todo, saber que ese entender siempre es desde uno mismo.

Vivir, para mí, es enlazar con nuestros deseos y traducirlos en actos de vida, aceptando el principio de realidad, que es lo que pone límite al vivir.

Esa aceptación es de la realidad exterior y de mi propia realidad. Ello lo hacemos desde nuestra capacidad sentiente y pensante.

Por tanto, vivir es dejar que aflore nuestro mundo emocional, nuestro ámbito infantil, armonizándose y amigándose con el fluir de la vida; de modo que pueda hacerse experiencia.

El pensar es fecundo en el plano imaginal, conceptual y simbólico. Su utilidad, fea palabra para mí, está en permitirnos acceder al conocer desde los planos conceptual e ideal (no olvidemos que ideal viene de idea) y en dotar de estructura y organización a "lo existente".

El vivir nos enlaza con el flujo de la vida, experienciándola y experienciendándonos con ella.

Armonizar el pensar y el sentir en nuestro cuerpo, en nosotros, es la premisa básica para desplegar nuestro vivir.

5/1/14

La naturaleza de las cosas

La naturaleza de las cosas parece estar oculta, a resguardo de poder ser observada y conocida. Lo que se nos muestra es su aspecto externo, su superficie, su “apariencia”. Pero lo mostrado no permite ver el entramado que lo sustenta, si acaso posibilita intuirlo, aproximarse de forma táctil, conocer sus zonas rugosas y sus zonas suaves, sentir sus formas sinuosas. 

Pero, a pesar de todo ello, es posible captar lo que subyace, lo que está latente, lo que da consistencia y posibilita, por ende, su existencia, su ser real. Para poder conseguirlo es necesario utilizar el método adecuado que abra lo que está cerrado, que destape lo tapado, que llegue al espacio inaccesible.

Tal vez no sea necesario todo esto. Puede que lo único que exista es lo que vemos: su apariencia/presencia; es posible que la naturaleza que lo constituye esté justamente en la forma en que se presenta, que ella misma sea contenido y continente, forma y fondo, cualidad y cantidad.

Es difícil saber y conocer la urdimbre de lo real, los procesos constitutivos de la existencia. Seguramente es tarea de dioses y no de humanos llevar a cabo tal fin. Posiblemente, pretender tal cosa no es ya producto de la curiosidad innata en el ser humano, sino, más bien, consecuencia de la soberbia omnipotente que se ha ido instalando en la conciencia y en el corazón del hombre.

De cualquier forma, tanto ontogenética como filogenéticamente, el ser humano ha estado y está necesitado de formularse preguntas acerca de la ultimidad de la realidad que lo circunda y que lo constituye, y de encontrar respuesta a todo ello. Proceso éste inabordable pero, a su vez, inherente a su ser y estar en el mundo.   

2/1/14

¿Caminos para el cambio?

En momentos como el actual tendemos a sustituir la lucidez por el apremio, que toda situación vivida como urgente le suele acompañar.

Esta forma de proceder es comprensible y obedece, sin duda, a la sensación de riesgo y vulnerabilidad que acompaña nuestro vivir en los tiempos que corren actualmente.

Cuando leo y escucho la ingente cantidad de propuestas y cosas que "hay que hacer", confieso que tan sólo una minoría de ellas me parece que merezcan ser tenidas en cuenta. La inmensa mayoría las veo como ocurrencias surgidas del "sálvese quien pueda", sin que tengan un valor real en aquello que promulgan tras su puesta en práctica.

Tengo la sensación, cuando veo lo que está sucediendo, de que la mayoría de las veces actuamos a modo de hormigas a punto de entrar en el hormiguero, pero que ante una amenaza se descarrían, dando palos de ciego y moviéndose de manera descontrolada.

La situación que estamos viviendo se caracteriza por la ausencia de certezas, yo soy el primero que no las tiene. Así como por la sensación de vulnerabilidad creciente que va impregnando nuestras vidas y que va afectando cada vez a mayores capas sociales.

Pero, lo que sí sé es que ese no es el camino para poder afrontar todo esto que tenemos encima de la mesa.

También sé que enlazar con una posición lúcida pasa necesariamente por intentar entender qué está pasando, de qué manera nos afecta, y qué hacer a partir de lo anterior, tanto en el plano personal como en el social. Para ello es básico analizar lo que acontece con un mínimo de desapasionamiento, de manera que las acciones derivadas no sean producto de la urgencia sin más, sino de acciones que realmente vayan a tener un grado de eficiencia real y concreta. 

Sobre el qué está sucediendo, de momento conocemos las consecuencias que está teniendo en el presente, pero ni se sabe con certeza los motivos ni las consecuencias futuras, al menos no he conocido ningún artículo ni investigación rigurosos al respecto que dé explicaciones plausibles y certeras. Por poner solo un ejemplo de esto aún no hay acuerdo sobre si se trata de una crisis del funcionamiento del sistema económico, o si es el sistema económico el que ha dejado de funcionar, o si se trata de algo más complejo y amplio, como es que todo un modelo socio-económico (¿y cultural?)ha entrado en fase terminal. Sobre esta última posibilidad es obvio que no tenemos aún perspectiva histórica para aplicar herramientas de análisis verificables.

Ante esa falta de conocimiento, hemos optado por reaccionar o quedarnos quietos. La reacción siempre va acompañada de premura y precipitación. La posición de no hacer nada puede deberse o al miedo o a una posición personal. En cualquier caso, ninguna de ellas son caminos que puedan ser fecundos, al menos para cambiar el estado de la cuestión.

Pero lo que más me interesa destacar es que esta forma de aproximarnos al problema, llamémoslo así, problema, nos aleja paradójicamente de su posible solución. Porque ante un tema complejo como éste sólo es posible soluciones complejas, y esto implica rigor, análisis, tiempo y desapasionamiento. 

Cuando lo que impera es el miedo, veo mucho miedo a mi alrededor, y lo comprendo perfectamente, como no voy a hacerlo; pero no veo que se sepa entender que por ahí no vamos bien, que al miedo hay que mirarlo de cara porque siempre genera distorsión, entonces me resulta más difícil imaginar que así podamos ganar este partido.

Creo que es indispensable pararse un momento y repensar entre todos qué está pasando, y qué hacemos. Es bueno recordar que al poder le interesa alimentar la falta de análisis, la falta de conocimiento, la falta de acción y el estado sumiso-depresivo de la ciudadanía.

Si no entendemos que los caminos han de ir tanto por lo personal como por lo social y colectivo, que no vale con solucionar lo mío, porque si no le va bien al otro a la larga no me irá bien a mí, si no abandonamos la sensación de miedo, entonces seguro que el partido lo perderemos. 

Es obvio que no tengo soluciones, pero sí estoy convencido que se pueden llegar a tener, y que las podemos conseguir entre todos. Sé que el tiempo para algunos, cada vez para más personas, vale oro. Pero es fundamental para construir soluciones de alcance, que generen cambios reales y éstos se consoliden en tendencias beneficiosas para el bien común. Y todo ello, a pesar de la modernidad líquida de mi querido Bauman.

Sólo añadir algo que me parece fundamental, y algunas veces parece que olvidamos: la forma más eficaz de combatir el miedo es mediante el conocimiento.